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Free Britney, el grito que retoma fuerza

Free Britney, “liberad a Britney”, así es como se llama el grito de auxilio por parte de los fans de la estrella del pop, Britney Spears.

Para entender este fenómeno de apoyo a la cantante tenemos que remontarnos al año 2007, cuando Britney pasa por malos momentos personales y de sufrimiento psíquico.

Entonces, varias de sus apariciones públicas son objeto de mofa por parte de los tabloides, como ya ocurrió en su momento con otras artistas como Amy Winehouse.

Engordó, se rapó la cabeza y golpeó a un coche de paparazis con un paraguas. Eso es algo que no se esperaba de la princesa del pop, que termina convirtiéndose en villana loca para la opinión pública.

Ahí comenzó la sentencia pública y judicial. La cantante pierde entonces la custodia de sus hijos -al conducir con su bebé sin el cinturón de seguridad- y su padre, Jamie Spears, se hace cargo de su tutoría legal.

Se convierte en el dueño de la vida y las ganancias de la estrella, hasta la actualidad [hace unos días un tribunal confirmó una sentencia por la que el padre, junto con una empresa, seguirá controlando el patrimonio de la cantante].

Por su parte, su entorno tranquilizaba a los medios y sus especulaciones: la tutoría tendría validez hasta que Britney se recuperase. De esta forma, el progenitor de Britney se convirtió en el controlador absoluto tanto del capital de la cantante como de sus negocios y de las visitas que recibía.

En marzo de 2008, una jueza decide concederle a Britney 1.500 dólares semanales “de paga”, que el padre afirmó era para que “disfrutase de más libertad y pudiese decidir cómo pasarlo bien”.

Sin embargo, bajo el tutelaje no puede disponer de sus bienes, ni ver a sus hijos, ni elegir en qué trabaja, ni siquiera a quién ve; tampoco puede conducir. Ese mismo año, la cantante confiesa en su documental Britney: For the record que su vida es “peor que la cárcel, porque la cárcel al menos sabes cuándo termina”.

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